Las pocas veces que cogía la moto era para desplazamientos del punto A al punto B sin importar lo que hubiese por el medio, ir al cursillo que estoy haciendo en Oviedo por autopista, ir al gimnasio, moverme por ciudad, ese tipo de cosas. Pero realmente no lo disfrutaba, no es que me desilusionase hasta el punto de pensar en deshacerme de la moto, pero la verdad, la falta de perspectiva de trabajo hace que te pienses muy mucho lo en lo que gastas, y una simple salida un sábado comiendo en algún sitio ya te sale por un dinerillo... y más al precio que está la gasolina.
Pero la verdad es que hoy la he vuelto a disfrutar, y de la manera más estúpida, simplemente, al salir del curso, y como hoy nadie me esperaba en casa, decidí coger una carretera secundaria, nada, unos 30 kilómetros, con tormenta, algo de lluvia y rayos.
Hoy esos 30 kilómetros han sido perfectos, el calor, el bochorno refrescado por la lluvia en la cara, los olores a hierba mojada y ozono que siempre trae una tormenta de verano, esa pequeña incomodidad placentera que se siente al ir cargado de ropa y con calor... perfecto, incluso a medio camino me encontré con unos moteros refugiados del chaparrón debajo de un puente y como necesitaba ajustarme los pantalones de agua me pareció buen sitio para parar. Estuvimos charlando un rato sobre nuestras tonterías mientras me fumaba un cigarrillo, que si la mía tiene un problema aquí, que si a ver si me la dan de paso como histórico... y lo recordé, recordé porque me compré la moto, porque la necesito, como me sube la moral, como los problemas se van durante el trayecto, y como se disfruta del camino, más que de la llegada.
Un día perfecto.
PD: como no puedo pasar sin poner una imagen en una entrada, y no tengo nada relacionado os dejo una viñeta del grandísimo Forges.
